Son estas horas, cuando las cosas de la vida ya están hechas o aparcadas, las del encuentro. Una lectura, un piano, la imagen deseada, un sueño sin laberintos. Alrededor de la media noche, Thelonious Monk lo intuyó, somos seres auténticos, sin guardia. Baja una niebla lechosa y el aullido voltea el tiempo: Llega la noche..
miércoles, 7 de octubre de 2009
Memoria de las flores
(“El día de las flores” Diego Rivera)
Eran dientes de león
las despedidas, el alma atenta
a la esperanza de un encuentro
furtivo.
Gardenias fieras y altas:
Malditos destinos
en todos los funerales.
Se levantaban los ciegos
y cedían sus asientos
cuando el autobús pasaba
por la tienda
(jazmines eran la oferta)
¿Mienten las violetas
o esconden su miedo?
Romper un tallo para acercarte,
escamar espinas,
cincelar pétalos con tinta,
corola de amor imperfecta,
estambre al límite del temblor.
Tienen memoria las flores,
recuerdan que fuimos amantes,
mujer y hombre polen en
calles, hoteles incoloros,
estatuas móviles, extraños edelweiss
en una garganta sin eco.
JULIO OBESO
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