(“En la taberna” José Bardasano)
el día que Dionisio cerró la taberna
después de once mil días
menos las seis horas de su cuarto
el pueblo se llenó de vampiros
o seres muy pálidos
las mujeres comentaron
no pensé que aún vivía
no pensé que aún vivía aquí
no pensé que aún vivía aquí fulano
le creía muerto o lejos
y en cierto modo no erraban
tan extrañados de sí mismos
sin reflejos ni sombras
cortos de cielo justo/
se buscan por intuición
antes cuando el vino envejecía lento
en las manos sin prisa del tedio
el corazón no sabía del dolor
y se entendían en un dialecto cinabrio
que es lo mismo que decir
eran su propia memoria o polvo enfrentados al cielo
murciélagos de piedra
de espaldas a Dionisio
que a su manera también les amaba
Julio Obeso
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