(“Hambre” Víctor Caduro Rojas)
La indigencia colisiona contra Dios.
La exuberancia es más humana.
Hay una choza que clava su pajiza médula
en el mismo ojo del concilio.
Ved ese palacio: Un satélite forjado
a las orillas del Ganges,
en la Corea pobre, en la periferia de Hong Kong.
Ocupado en lo suyo, la inopia fluye
por la sangre de los ángeles.
La vieja receta del pan
vuelve nómada a la hoguera.
Trazar consignas cuando el cataclismo
no merece ni la tinta de su nombre
es sombra de políticos.
El hambre, no.
Julio Obeso
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